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Bruxismo y estrés

El bruxismo es un hábito inconsciente, en donde una persona aprieta los dientes o los hace rechinar produciendo un desgaste que puede ocasionar que una pieza dental se rompa o se pierda.


El estrés se puede manifestar de distintas formas, como cambios en el pH de la boca, que ocasionan alteraciones en el color de las piezas dentales, o con bruxismo, el cual afecta al 17% de los pacientes con estrés. Con esta tensión los dientes se erosionan, desgastan la dentadura y hasta se pueden romper las piezas dentales.


El bruxismo puede afectar a la articulación temporomandibular (ATM), esta articulación une la mandíbula con el cráneo. El bruxismo también puede afectar a la musculatura masticatoria. Si esta musculatura llega a tener tensión prolongada puede provocar dolor en el cuello o la mandíbula. Muchas cefaleas son debido a esta patología. Por esta razón es necesario poner freno para evitar males mayores.

Algunos de los síntomas que puede causar el bruxismo son: apretar o rechinar los dientes durante la noche de manera inconsciente, despertarse en la mañana con dolor de mandíbula o dolor de cabeza, chasquear la mandíbula al abrir la boca, sentir que la mandíbula se desencaja, tener dolor al abrir la boca para comer, bostezar o hablar, presentar dificultad para abrir o cerrar la boca, padecer problemas en otras articulaciones, tener lesiones cervicales o en la mandíbula, presentar dolor de cabeza y cuello frecuentemente o tener los dientes desgastados.


El tratamiento para el bruxismo debe ser coordinado con tu odontólogo, se debe comenzar con un estudio del estado dental, mandibular, craneal y cervical, además de un estudio general de salud del paciente.


El tratamiento necesita de la colaboración de varios especialistas como: odontólogos, fisioterapeutas, neurólogos, sicólogos y otorrinolaringólogos. El tratamiento consiste desde el uso de férulas de descarga, fisioterapia de la articulación temporomandibular, infiltraciones con factores de crecimiento, control de la tensión mandibular, rehabilitación de la oclusión, uso de fármacos, tratamiento de ortodoncia y hasta cirugía. Esta última solo se realizará en caso de que no se responda a ningún tratamiento previo, lo cual no es habitual.



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